Dar la noticia sobre el fallecimiento de un familiar

por | Abr 29, 2024

El fallecimiento de un familiar es lo más doloroso que se puede experimentar en la vida

Para los efectivos de seguridad encargados, informar sobre el fallecimiento de un familiar a otra persona no es nada fácil (aunque estén acostumbrados, siempre es diferente y difícil).

Es un día cualquiera. Quizás estés viendo tu serie favorita, o tal vez estés procrastinando sobre ese proyecto universitario u otro que quieras emprender cuando, de repente, se escucha un toque en la puerta que rompe la monotonía de tu día. No esperas visitas, por lo que la curiosidad mezclada con una leve irritación te lleva a abrir. Allí están, dos policías con expresiones sombrías, portadores de una noticia que nadie quiere recibir. Con la pregunta «¿Es familiar de XXX?», el tiempo se congela, y un escalofrío recorre tu espina dorsal.

Imagínate ahí, en pijama, respondiendo que sí, que es tu padre, madre, hermano (a), etc. Los siguientes segundos son cruciales, ya que te comunican que esta persona ha fallecido en un accidente de tráfico hace apenas una hora. En ese momento, tu sala de estar se convierte en un escenario surrealista donde el tiempo se detiene y el aire se vuelve denso, casi irrespirable.

Aquí empieza el torbellino de emociones y negaciones. Podrías preguntarte si debes correr al lugar del accidente o si deberías seguir debatiendo con los policías, aferrándote a la esperanza de que haya sido un error (empieza la etapa de la negación). Después de todo, hablaste con esa persona esta mañana. ¿Cómo podría ser esto cierto? Pero en el fondo, sabes la verdad. Sabes que dos policías no aparecerían en tu puerta solo para jugar una broma de muy mal gusto.

¿Qué se dice cuando muere alguien?

Entonces, te derrumbas. La soledad se cierne sobre ti mientras piensas en qué familiar será el próximo en recibir esta devastadora llamada, esta vez, la tuya. ¿Cómo les dices que quien formó parte fundamental de sus vidas ya no está?

Es en ese momento, mientras te hundes más en tus pensamientos, cuando te imaginas la escena fría y solitaria del accidente. Piensas en el juez que probablemente esté levantando el cadáver, y te invade un pensamiento escalofriante: “Debe estar sintiendo frío». Pero casi de inmediato, te corriges a ti mismo, «No, ya no siente ni sufre, ya no está».

Es tratar de buscar las “mejores” palabras para hacer saber que fulana o fulano se ha muerto. Pero solo quienes han vivido esta desgarradora experiencia (que es parte de la vida porque todos nos iremos al más allá tarde o temprano), directa o indirectamente, entenderán qué se siente realmente.

¿Qué hacer cuando fallece un familiar?

Además de todo el proceso emocional que conlleva este tipo de situaciones, posteriormente vienen los procesos legales de tramitar como el registro civil de fallecidos, solicitar el certificado de defunción, trámites de herencia, testamentos, indemnizaciones por muerte en accidentes de tráfico o por secuelas, etc.; que realmente, nadie quiere tramitar.

Cuando se tiene una familia grande, uno espera que un tercero lo haga para llorar sin pensar en más nada sino en tu dolor por la valiosa pérdida que has tenido, pero cuando se es único familiar no hay tiempo para llorar (es triste) y debes encargarte de todo el papeleo que conlleva gestionar por el fallecimiento de un familiar.

Un Adiós en la Autopista

En la quietud de una tarde que prometía ser como cualquier otra, Trini y su marido David se dirigían a Barcelona, una ciudad que siempre les había traído alegría y recuerdos felices. En el coche, la conversación fluía con la naturalidad de dos almas que se conocen de memoria, risas mezcladas con planes futuros y el sonido suave de la radio de fondo.

Iban a 120 km/h, una velocidad que en ese momento no parecía más que un número en el velocímetro. Pero todo cambió en un instante. Una luz cegadora apareció de frente, un coche que iba en dirección contraria irrumpió en su camino como un relámpago de realidad cruda y brutal. No hubo tiempo para reacciones, solo el impacto inminente, un choque que resonó con la fuerza de un trueno silencioso.

El mundo de Trini se convirtió en un torbellino violento. El coche empezó a girar descontroladamente, cada vuelta un golpe, cada segundo una eternidad de metal retorciéndose. Dentro del coche, la vida de dos personas se sacudía entre documentos, recuerdos y sueños que volaban por el aire, mezclándose con los pedazos de lo que una vez fue su tranquila realidad.

Cuando el coche finalmente se detuvo, el silencio se sintió ensordecedor. Trini, aturdida y desorientada, giró su cabeza hacia la izquierda. Allí estaba David, su compañero de vida, inmóvil, con los ojos cerrados y una mano levantada en un último adiós que ella nunca tuvo tiempo de devolver. «¡David, despierta!», gritó con una voz que se quebraba entre el pánico y la esperanza. Pero el silencio de él le respondió con la certeza implacable de la pérdida.

Cuando un ser querido muere

Ella sabía, en lo más profundo de su ser, que un muerto no responde. Que una persona desencarnada ha comenzado ya su viaje hacia el infinito en el plano espiritual, dejando atrás todo lo terrenal, incluso su amor. Pero el corazón tiene sus propios ritmos, y el de Trini se negaba a aceptar la partida de David por el shock.

De repente, las puertas del coche se abrieron. Manos desconocidas la agarraron, intentando arrastrarla fuera del amasijo de metal que había sido testigo de su vida compartida. Trini luchó, gritó que no quería dejar a David solo en ese féretro retorcido, pero la fuerza de los rescatistas fue más grande que su desesperación.

En la ambulancia, mientras las sirenas rasgaban el aire y la ciudad se deslizaba por la ventana, Trini se derrumbó en un llanto inconsolable. Un llanto por David, por los años que no serían, por los abrazos que sus hijos Cristian, German y Ana, ya no recibirían de su padre. Un llanto por cada «te amo» que quedó por decir, por cada mañana que ya no compartirían.

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